lunes, 30 de abril de 2012

Por qué no me gusta la fotografía

                                                                     
                      "No me interesa la fotografía sino la vida"  
                                                       - Henry Cartier-Bensson.                                                                                                                                                                                                    

No sé utilizar el modo manual, y si alguien me habla de enfoques y de perspectivas me pierdo. Nunca supe que quiere decir eso de ISO y todos los numeritos que aparecen en la pantalla es algo que nunca llegué a comprender. No tengo ni idea de qué es la abertura del diafragma y cuáles son las velocidades de obturación clásicas. Ni si quiera sé por que conozco este tipo de términos. Podría seguir enumerando todas las cosas que desconozco sobre la técnica fotográfica, pero creo que terminaría antes diciendo qué es lo que sé : nada. 


Conocer los procedimientos fotográficos es algo imprescindible, pero no es lo más importante. Algún día, espero que no muy lejano, me arrepentiré de haber escrito esto y me reiré de mi ignorancia. Pero mientras tanto, seré feliz dándole a todos los botones y girando las rueditas una y mil veces, hasta pensar que por fin di con el enfoque adecuado. 


La fotografía va más allá de todo eso. No es una técnica, es una manera para conocer el mundo, al mismo tiempo que te conoces a ti mismo. Sé que esto de conocerte a ti mismo suena a clase de religión o a libro de autoayuda, pero sacar una foto, significa encuadrar aquello que te llama la atención, aquello con lo que te identificas y quieres conservar. No hace falta tener una cámara para ser fotógrafo. Todo lo que vemos día a día, los detalles en los que nos fijamos, y las imágenes que se nos quedan en la memoria en forma de recuerdos, son fotografías. Todos tenemos una cámara dentro, pero no somos conscientes de ello. Tener una cámara es simplemente para dar constancia de nuestras capacidades a veces escondidas. Llegada a este punto, ni si quiera sé si una foto es real. El papel es algo tangible, es algo que puede sentir en las manos, que se puede romper, quemar, tirar, guardar. ¿Pero, y el contenido? ¿Qué es lo que vemos más allá de una imagen en blanco y negro? ¿Cómo es posible inmortalizar un momento? Sé que hay una explicación técnica, que ahora podría venir un listillo - no subestimo a los listillos, me encantaría que algún día alguien me lo pudiera explicar de forma que pudiera entenderlo, algo que no es demasiado fácil -  a enseñarme un gráfico con la estructura interna de una cámara y los procesos mecánicos que la hacen funcionar. Pero sinceramente, por ahora no es algo que me inquiete demasiado.


La fotografía, o por lo menos mi manera de entenderla, es algo apasionante. Es una forma de comunicarte con el mundo, "de colorar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje". Una foto es algo muy íntimo, es una manera personal de entender la realidad. Sacar una foto es dejar para siempre tu esencia en el aire, en la gente, en los objetos, en los árboles. Es parar el tiempo, y guardarte para siempre un solo segundo. Las fotos sirven para contar historias, para sumergir en el contexto en el que son tomadas a aquellos que las observan. En el instante en el que el dedo está a punto de pulsar el botón, los sentidos se paralizan y se concentran en el visor de la cámara. Sacar fotos nos conducen a nuestra propia esencia, a nuestros pensamientos más profundos. Es una forma de hacer poesía, una poesía visual. 
A veces subestimamos el poder que tiene una fotografía, pero todas y cada una de ellas, son una forma inocente de decirle al mundo quienes somos. 


Todos tenemos algún sueño, alguna aspiración. La mía es el fotoperiodismo. El fotoperiodismo va más allá de la propia fotografía. No consiste en retratar un simple objeto inmóvil. Consiste en captar instantes, de ser partícipe de la sociedad y de la realidad de la que formamos parte. Descubrí qué era el fotoperiodismo después de ir a una exposición La maleta mexicana, en la que se exponían fotos inéditas sobre la Guerra Civil  española realizadas por tres fotógrafos diferentes : Gerda Taro, Robert Capa y David Saymur.


Gerda Taro, con tan solo 26 años, decidió viajar a España durante la Guerra Civil para cubrir la realidad del bando republicano. A pesar de sus orígenes burgueses, desde muy joven formó parte de los movimientos socialistas y obreros. Nunca quedó clara su relación con los círculos comunistas con los que se relacionaba en España. ¿Fue una reportera o también combatiente? Es un enigma difícil de resolver, pero lo único que se puede afirmar con certeza, es que la pequeña rubia dedicó su vida a la fotografía y a integrarse en el entorno social en el que vivía, hasta el fatídico momento en el que murió en un accidente en Brunete, mientras cubría la batalla que tenía lugar en la población madrileña. 


Este texto, fragmento del libro "Gerta Taro : Historia de una fotógrafa. El fotoperiodismo como testigo de la historia" refleja perfectamente mi visión sobre qué significa el fotoperiodismo :


"(...) todo en ella es política. Su vida, su comportamiento, sus fotos. Política en el sentido más amplio y más justo, que es sentirse concernido por su propio tiempo. De vivirse como sujeto y no sólo como objeto. Sujeto de la Historia y sujeto de su propia historia".


Gerda Taro, por Robert Capa. Guerra Civil española.


Otro de los texto más inspiradores, son las palabras de Tina Modotti, fotógrafa que no solo destaca por su gran talento, si no también por su compromiso social y político : 

"La fotografía sirve para registrar la vida objetiva en todas sus manifestaciones. Si se añada sensibilidad, competencia del sujeto, con una idea clara del lugar que ocupa en la historia, creo que es digna de representar un papel en la revolución social a la que todos debemos contribuir".

Mujer con bandera anarcosindicalista, Tina Modotti. 
Tina Modotti, El machete.



Una pequeña parte de mi en el mundo : 
n


Praia América, Panxón


Praia América, Panxón.
Manifestación 15 Octubre, Barcelona
Reforma, México DF.
Carnaval en Sitges.

Sitges.
Barcelona.

Oporto, Portugal.

Oporto, Portugal
Oporto, Portugal
Barcelona.
Finisterre, Galicia.
Figueres, Catalunya.

México DF.
Hyde Park, Londres
Praza do Obradoiro,  Santiago de Compostela.


sábado, 14 de abril de 2012

No hay lugar para la razón


"Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente, 
los que entienden la vida por un botín sangriento : 
comos los tiburones, voracidad y diente, 
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento."

                                 El hambre, Miguel Hernández. 


¿Dónde está el límite entre la humanidad y la ambición? ¿Puede el hombre llegar a olvidarse de que es hombre? ¿Es posible alcanzar el punto en el que los sentimientos solo sirven para odiar? Cuando miro a la policía, los antidisturbios, me lo pregunto. Y veo imágenes, y vídeos y escucho testimonios. Y de pronto lo entiendo todo, y a la vez no entiendo nada. Busco la manera para poder ponerme en su lugar, estar bajo su propia piel.
Mirar hacia el frente, fijar mis ojos en un punto hasta que se conviertan en un cristal vacío y transparente, para proteger el odio que me alberga. Cuando el odio crece, cuando la rabia crece, la mirada se endurece, se fortalece para proteger mis propios fantasmas. Me meto en el papel, pero no puedo, sigo sin entenderlo. 

Cuando estoy cerca procuro mirar a estos cristales sin vida, esos refugios de ira, y no veo nada. 
No veo nada que me ayude a entender porqué están ahí de pie, inmóviles, encubiertos por un traje de acero que los convierte en figuras deshabitadas. No son nada, solo sombras. Son el espectro de un poder que castiga, que odia, que vive sin darse cuenta de que está muriendo y de que está matando. 
Esos entes de acero son armas vestidas de traidores que luchan contra su propio pueblo. Son las pistolas y la balas de los intereses del Gobierno. No son mediadores del orden, ni legitimadores de la justicia. No trabajan para la paz ni para la armonía. Son solo máquinas, robots que singuen órdenes de un poder que los desprecia, que los utiliza como mercenarios para afianzar su propia autoridad. Sí, son sombras, sombras de un mundo sin escrúpulos, de espectros que vagan por una ciudad derrotada, concienciándose a si mismos de que están arriba porque se lo merecen. Juegan todos los días a ser soldados del rencor, y llega un momento en el que se lo creen. El juego se hace realidad, y en su mente vuelan buitres en busca de alguien a quien devorar. 

Llega el momento de la lucha. Una señal que alerta de que es el momento de comenzar. De pronto, levantan sus escudos, su mirada ya no se endurece, permanece pasiva, su enfado desaparece porque el odio empaña su razón. Se transforman : la poca humanidad que les quedaba se evapora entre gases lacrimógenos y bolas de goma. Empieza la carrera del absurdo. Destrozan  todo lo que se encuentra a su paso, no hay lamento que valga, no hay llanto que los debilite. En su cabeza siguen volando buitres deseosos de mostrar su fuerza. La gente corre despavorida, sin embargo, unos pocos se atreven a enfrentarse. La guerra sin piedad continúa. Ya no hay mujeres ni hombres, solo cuerpos defendiendo su lucha. Y los policías corren, y los manifestantes huyen, y nada perdura más que gritos y dolor, odio y rabia, llanto. 
Trato de comprender, juro que lo intento. Me pregunto en qué punto el hombre deja de ser hombre - porque auellos que reprimen a sus semejantes no son hombres, si no máquinas donde silencioso, se guarda el mundo sus derrotas - para ser un fantasma de la ignorancia, de la crueldad. 
La humanidad se condena cuando se conforma. Y poco a poco, la impotencia se convierte en potencia. 


Huelga general 29 Marzo, Barcelona








(...)
"Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos 
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja los estudios y la sabiduría, 
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanzan motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores. 

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo que el mundo es una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa. 

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido, 
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca. 

Ayudadme a ser hombre : no me dejéis ser fiera 
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente. 
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi corazón presiente." 

El hambre II, Miguel Hernández. 

Un documental impactante que no necesita más explicación que las propias imágenes



Donde todo empieza

"Porque el hombre, a diferencia de cualquier otro ser orgánico o inorgánico del universo, crece más allá de su trabajo, sube los peldaños de sus conceptos, emerge por encima de sus logros" - John Steinbeck

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